En medio de la campiña de San Agustín Tlaxiaca, campesinos pastorean a sus borregos con una serenidad renovada. Tras tres años de sequía extrema que devastaron las siembras y el ganado de la región, las recientes lluvias han traído un rayo de esperanza a los campesinos locales.
La hierba comienza a brotar tímidamente, proporcionando alimento a los animales y alivio a sus cuidadores.
Los habitantes de San Agustín Tlaxiaca espera con ansias que las lluvias continúen para poder retomar las siembras y asegurar el futuro de su ganado y sus tierras.
Después de que las altas temperaturas y la prolongada sequía arrasaron con la vegetación, campesinos sueñan con el día en que la presa El Durazno, actualmente seca, vuelva a llenarse de agua.
La situación de San Agustín Tlaxiaca no es única en Hidalgo. En el estado se siembran más de 400 mil hectáreas de temporal, lo que significa que dependen completamente de las lluvias para la agricultura.
La llegada de las precipitaciones no solo representa un respiro para los campesinos, sino también la posibilidad de reconstruir lo que la sequía había destruido.
Las lluvias recientes han traído una renovada esperanza a esta comunidad rural. Muchos campesinos de San Agustín Tlaxiaca miran hacia el cielo, deseando que las lluvias continúen y que su tierra, una vez más, prospere y florezca.